COMO LLEGAR A SER UNA NACION BIENAVENTURADA



Pasaje: Sal. 33:12

«¡Dios mío, tú bendices al pueblo que te reconoce como Dios! ¡Tú bendices a la nación que te acepta como dueño!» (TLA).

INTRODUCCIÓN

Las naciones buscan ser prósperas de muchas maneras. No hay nación que quiera permanecer en la pobreza, en el fracaso, en la humillación y el subdesarrollo. Lamentablemente, todas las naciones buscan la prosperidad, pero sin considerar a Dios en sus planes. Apuestan todo, a un modelo económico, a un pensamiento político, pero olvidan lo mas primordial, que es buscar a Dios y reconocerle como Señor de la nación.
Veamos hoy, las dos maneras de ser una nación bendecida. 

I. RECONOCIENDO A DIOS COMO SEÑOR (v.12a)

A. Reconocer a Dios como Señor, no sólo es algo declarativo, no es un slogan o un lema. Es la decisión de que Dios es Señor, y que eso se vea también en las estructuras de la Nación: los tres poderes, sus instituciones. Dice Dt. 7:9 (NVI): «Por tanto, reconoce que el SEÑOR tu Dios es el único Dios, el Dios fiel, que cumple su pacto por mil generaciones y muestra su fiel amor a quienes lo aman y obedecen sus mandamientos» 
 
B. El pasaje, en la versión TLA, muestra la bendición de la nación, como la consecuencia de reconocer a Dios. Hay una relación de causa-efecto. La prosperidad de una nación, no es mera casualidad.
 
C. Es claro que una buena política, un modelo económico equitativo, que busque el bienestar de todos, aporta en este propósito, pero no es lo único.
 
D.   Si una nación, se levanta contra Dios, él puede hacer «nulo el consejo de las naciones, y [frustrar] las maquinaciones de los pueblos» (v.11). La PDT lo traduce así: «Con una sola orden, el SEÑOR arruina todos los planes de las naciones; él estropea todos los proyectos de los pueblos» No importa que tan buenos sean sus consejos, sus planes y proyectos. Dios lo puede arruinar en un instante.
 
E. Aplicación. En esta fecha, donde celebramos nuestro día de independencia, recordemos que el futuro de nuestra nación, depende de nuestro Señor. Oremos siempre por esta tierra, donde el Señor nos hizo nacer y nos plantó con un propósito.  


II. ACEPTANDO A DIOS COMO SU DUEÑO (v.12b)

A. El pasaje aclara lo que significa ser Señor de alguien. Simplemente, ser Señor, quiere decir, ser dueño de alguien o algo. 

B. Si aceptamos a Dios como nuestro dueño, esto quiere decir que somos su posesión. Esto es algo bueno, porque, al ser su posesión, el nos defenderá de los que quieran hacernos daños, arrebatarnos de sus manos, enajenarnos de él.

C. Al ser nuestro dueño, él peleará las batallas por nosotros. Ya no será nuestra guerra, si no la de Dios (2 Crónicas 20:15).

D. Como en la porción anterior, la bendición de Dios, para la nación, se alcanza, al aceptarlo como dueño de nuestras vidas. Nos una hermosa ni mera casualidad.

E. Aplicación. Nosotros los creyentes, ya hemos aceptado a Dios como pertenencia de él (Sal. 100:3), ahora debemos orar y evangelizar a los que todavía no lo han hecho. La responsabilidad de que todos acepten al Señor, como su dueño, es de nosotros los creyentes. Esto quiere decir, que, si nosotros no predicamos, no dejamos que la nación sea bendecida. Hay una responsabilidad en nosotros. 
  
CONCLUSIÓN

Queridos hermanos, hemos cumplido un año mas de nuestra independencia. Recuerda, para que seamos una nación bendecida, prospera y grande, tenemos que hacer estas dos cosas que hemos mencionado hoy. No pongamos toda nuestra confianza en el modelo económico, en nuestros recursos naturales, en un pensamiento político, en una clase política; que Dios sea nuestro Señor y nuestro dueño, sólo así, seremos grande.
Habla a otros de Cristo, ora por ellos. Sólo así, la mayoría de esta nación, podrá hacerle Señor y dueño de sus vidas.

AMEN.

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