LA GLORIA DE DIOS

Hace tiempo vi un eclipse solar. Vi cómo el pequeño círculo de luz brillaba alrededor de la luna hasta tener forma de medialuna. En mi zona solo fue un eclipse parcial, pero los que vivían en otras partes del país vieron la luna pasar entre la Tierra y el sol por completo.

 

El método indirecto que usé para ver este eclipse me recordó que igual que la luz poderosa del sol, el resplandor del carácter de Dios es demasiado fuerte como para verlo de forma directa. Un eclipse capta nuestra atención porque es un acontecimiento que no ocurre con frecuencia y es algo precioso de ver. Pero aun más emocionante es pensar que Dios ha hecho posible que confiemos en Jesús para ver su gloria incalculable de varias formas ahora y de forma más completa en el futuro.

 

De todas las palabras bíblicas que describen la demostración del carácter de Dios, la gloria es una palabra que debe venirnos a la mente. En el Nuevo Testamento, la gloria se suele usar para traducir la palabra griega δόξα (doxa), que lleva el significado básico de resplandor o esplendor. En ocasiones esto se refiere a la luz de los planetas o las estrellas (1 Corintios 15:41), pero sobre todo se refiere al resplandor del carácter de Dios.

 

El significado más importante de δόξα es una extensión de la metáfora del resplandor: honor, prestigio o reconocimiento. La gloria de Dios se ve de verdad cuando el carácter de Dios recibe reconocimiento por ser digno de honor y adoración (Apocalipsis 4:11; 5:12). Es la razón por la que Dios hace lo que hace. Es el estándar por el cual Dios nos mide y al que no llegamos como seres humanos debido a nuestro pecado (Romanos 3:23). Aunque la humanidad cayó y sumergió al mundo en una muerte espiritual cuando Adán y su esposa pecaron, Dios sigue revelándonos Su gloria en Jesucristo (Juan 1:14). Asombrosamente, esa gloria se ve en la gracia que muestra a los creyentes en Jesús (Romanos 5:12; Juan 1:16).

 

Todo lo que Dios hace, lo hace «en Él», es decir, en Jesús y lo hace «para alabanza de la gloria de su gracia» (Efesios 1:4, 6 RVR1960). Esa última frase sugiere que una manifestación particular de la gloria de Dios es Su gracia. Y Dios actúa en gracia en la muerte de Jesús por nosotros para que sea reconocido como glorioso.

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